10 may 2013

De las mamás.

Obvio, yo no sé qué se siente ser mamá, lo más cercano a un hijo que tengo, es Leonora, que me vuelve loquita y me hace enojar, pero aún así la quiero. Supongo que sí es parecido, con la diferencia que yo no parí a Leonora (¡el horror!). Nada más no le vayan a decir que es adoptada.

Feliz día de las madres, gracias por aguantarnos y querernos aunque nos hagamos pipí en el sillón... bueno, eso no, eso sólo lo hace Leonora.




Yo era muy pequeña, pero me acuerdo muy bien, ya sabes que siempre he tenido buena memoria para las cosas que tú llamas "sin importancia", pero bueno. Estabas sentada en una gran roca, mojándote los pies en el río y sonreíste. Nunca te había visto sonreír así. No sabía que las mamás también podían ser felices.

Siempre andas apurada, preocupada, enojada, pero en ese momento sonreíste y me llamaste para que me sentara a tu lado. ¿Cuántos años hace que pasó? Si no me equivoco, 16. Yo tenía siete años y corría para todos lados. Me trepaba a los árboles, jugaba fútbol, aventaba las muñecas y prefería brincar en los charcos. Tú siempre me vestías muy linda, con bonitos vestidos y calcetas y moños, pero te desesperaba que tardaras más en vestirme que en lo que ya había ensuciado todo. Fue cuando empezaste a comprarme pantalones, para que pudiera ser feliz así, brincando y corriendo, pero más cómoda... y sin andar enseñando los calzones.

Después, cuando yo tenía diez, me lo presentaste. Yo lo odié. Te apartaba de mí y tú pensabas que yo no me daba cuenta. Más que celos de él, era coraje hacia ti por preferir salir con él o forzarme a ir con ustedes, en vez de salir tú y yo. Eso era más divertido. Él me compraba juguetes y dulces y libros, pero a mí seguía cayéndome mal, creo que hasta la fecha todavía me cae mal. Pero ya no por las mismas razones. Me cae mal por lo mismo que a ti, se quiere hacer el sabio y no se da cuenta de las estupideces que llega a decir. Pero bueno, te quiere, es lo importante.

Pero yo me estaba acordando de ese día en el río, creo que nunca volví a verte así, quizá sea que ése momento se me quedó grabado como el día que fuimos a las grutas y no te quisiste bañar en el río. Esa fue la primera vez que te vi asustada... no, no es cierto, la primera vez que te vi asustada fue cuando me caí de las escaleras y creíste que me había roto la cabeza, pero eso fue diferente. Al río sí dejaste que yo me metiera, tú sólo me mirabas desde la orilla, pero igual yo me salí. No era divertido si no estabas ahí.

Crecí, supongo, y sé que a veces me comporto extraño, a veces me desesperas, porque tu mal genio a veces le gana a mi fragilidad, pero no sé que sería de mí si no estuvieras.

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